domingo, febrero 18, 2007

Chuchos piden al PRD cabeza de “caudillos”

Los Chuchos critican a los dirigentes que imponen puntos de vista al partido.

La corriente perredista Nueva Izquierda criticó duramente a los “caudillos” del partido y a aquellos que lo utilizan como franquicia, porque una vez que obtienen un cargo de elección popular se olvidan de él. El secretario general del PRD, Guadalupe Acosta, consideró que es necesario fortalecer al PRD, pues en su debilidad, las corrientes y “los caudillos hacen lo que quieren”, y aseguró que las decisiones “de un solo hombre” nunca serán lo mejor para ese partido.

Criticó el hecho de que tanto gobernadores como “líderes carismáticos” no participen en las reuniones de consejo del partido y que existan personajes que utilicen al PRD como “franquicia”, pues una vez que conquistan cargos de elección popular le dicen al PRD que “no se meta”.

Durante el segundo día del Congreso Nacional de la corriente perredista Nueva Izquierda, el líder de los Chuchos, Jesús Zambrano, señaló que el accionar de gobernantes perredistas que se erigen en “jefes naturales” y le imponen al PRD sus decisiones “desnaturalizan los órganos del partido”. Dijo que la toma de decisiones partidarias importantes fuera de los ámbitos institucionales, “en las que participan los liderazgos más importantes, desacreditan al propio partido”

Por ello consideró que es necesario reformar al PRD, porque de lo contrario se corre el riesgo de que el PRI les dispute su lugar en el centro izquierda del espectro político. Dijo que los esfuerzos del PRD, del Frente Amplio Progresista y de la Convención Nacional Democrática deben corresponder a estrategias que se apoyan, “no que se anulan mutuamente”.

El coordinador de los diputados en San Lázaro, Javier González Garza, dijo que debe ponerse atención a los procesos de credencialización que realizan algunos, porque podrían crearse “cuestiones paralelas”.

Al hablar del apoyo al FAP y a la Convención Nacional Democrática, dijo que debe tenerse cuidado, porque “en esas construcciones que traemos se nos puede ir lo mero principal, que es el PRD; ahí podemos perder porque hay una gran confusión en las bases, hay una gran confusión con el frente, en algunos municipios hay organización de otras cosas por fuera del partido”.

El legislador perredista dijo que el PRD está lleno de contradicciones, por lo que consideró necesario que se discuta a fondo con el fin de redefinir los paradigmas de la izquierda mexicana.

En su mayoría, los participantes se pronunciaron por mantener el apoyo a Andrés Manuel López Obrador y al Frente Amplio Progresista. Jesús Zambrano dijo que el recorrido de López Obrador por el país “da un sentido de pertenencia” a muchos mexicanos y que la creación del FAP expresa la posibilidad de conformar un bloque progresista y democrático contra la derecha.

El coordinador del Frente Amplio Progresista y líder de Nueva Izquierda, Jesús Ortega, dijo que la reforma del partido es un asunto vital y no debe verse como un simple deseo, sino como una necesidad.Consideró que si el PRD no se reforma corre el peligro de deformarse y perder la oportunidad de encabezar un gobierno con perspectiva de izquierda.

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sábado, febrero 17, 2007

La fuente de Tello

El dato central que sostiene las revelaciones del libro 2 de julio , del escritor Carlos Tello Díaz , se refiere al reconocimiento explícito de su derrota que habría hecho Andrés Manuel López Obrador , la noche de las elecciones, ante sus más cercanos. "¡Perdí!", es la frase que Tello pone en boca del tabasqueño, dicha supuestamente en una reunión en el hotel Marquís, tras conocer el resultado de sus propias encuestas y con tres de sus hombres de confianza: el escritor José María Pérez Gay , el vocero César Yáñez y el extremista Federico Arreola . Cuenta incluso el autor que hubo lágrimas en esa escena, tras la confesión de AMLO .

Tello relata en su texto que buscó a los personajes que estuvieron en esa reunión, pero ninguno quiso confirmarle el dato. "Busqué también a José María Pérez Gay , a quien le mandé un correo electrónico, una de cuyas preguntas hacía referencia a la reacción de AMLO frente a las elecciones en el hotel Marquís. ´Si respondo a tus preguntas me dejarías sin la crónica histórica que con el título explico algunas cosas que publicaré en unos dos meses´, me contestó Pérez Gay . Yo ignoro si los tres estuvieron en el episodio que describo, pero sé que uno de ellos sí escuchó la confesión de Andrés Manuel y que la comentó en los primeros días de julio con al menos tres personas, a través de las cuales tuve conocimiento del episodio. Mis fuentes para recrear esta escena, que es clave, son entonces todas indirectas, pero confiables".

Ese pasaje y las "fuentes indirectas" de Tello son el nudo sobre el cual las baterías lopezobradoristas han enfocado sus críticas al libro. Arreola encaró, con su estilo histérico e intolerante, al autor del libro en la emisión televisiva de la periodista Carmen Aristegui, en CNN. "Mientes, mientes. ¿quién te lo dijo? Dilo, ¿quién te lo dijo?", clamaba Arreola, que se le echaba encima y no dejaba ni hablar a Tello ante la complacencia de la conductora.

José María Pérez Gay , por su parte, respondió ayer con un artículo en La Jornada titulado "Documenten, señores, no inventen", en el que niega la versión de Tello y pone en duda sus métodos de investigación.

El origen del dato y la identidad de la fuente de Carlos Tello se remiten a una cena en casa del escritor Héctor Aguilar Camín, días después de las elecciones. En esa cena estuvieron como invitados José María y Rafael Pérez Gay, José Woldenberg, y la también anfitriona Ángeles Mastretta. Fue en esa reunión, en la mesa, donde José María comentó que Andrés Manuel dijo la noche del 2 de julio: "¡Perdí!", y que lloró. Y son esas las "al menos tres personas" por las que Tello dice haber conocido el dato.

Hay una versión que surge del primer círculo lopezobradorista, que dice que en esa cena en casa de Aguilar Camín pudo también estar presente Beatriz Gutiérrez Müeller, la pareja sentimental de López Obrador y amiga cercana de Ángeles Mastretta.

Y ahí surge la confusión que da origen de los feroces desmentidos al dato de Tello. La palabra, "¡Perdí!", junto con las lágrimas, sí habría sido pronunciada la noche del 2 de julio por Andrés Manuel, pero la dramática escena no ocurrió en el hotel Marquís, ni fueron testigos Arreola, Yáñez o Pérez Gay. Una fuente cercana afirma que esas palabras de López Obrador fueron pronunciadas en el penthouse de la colonia Del Valle que comparten Beatriz Gutiérrez y AMLO, y que habría sido una confesión, con todo y lágrimas, hecha en la intimidad de la alcoba.

La pregunta clave es si José María conoció el dato de voz de Beatriz y lo comentó a su vez en la confianza de una cena de amigos, o si fue la propia Gutiérrez Müeller, si es que estuvo como invitada en esa cena en casa de Aguilar Camín, quien compartió la información que al final llegó, "por fuentes indirectas pero confiables", a Carlos Tello Díaz.

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AMLO puso y quitó a Payán, el PRD paga el capricho

Razones
Por: Jorge Fernández Menéndez

La declaración del presidente nacional del Partido de la Revolución Democrática , Leonel Cota Montaño, al concluir el primer día del Consejo Nacional del PRD, demuestra por qué ese partido ha quedado sin dirección, navegando hacia un puerto incierto. Para Cota Montaño no existía ninguna contradicción con respecto a que él mismo haya dado una lucha pública por lanzar la candidatura de Ana Rosa Payán en Yucatán y que, este fin de semana, a escasas 72 horas de que se cierre el registro de candidatos en ese estado y cuando Convergencia y el Partido del Trabajo, a pesar de todas las críticas recibidas, ya habían hecho suya esa candidatura, el Consejo Nacional del perredismo haya decidido rechazarla.

Para Cota, obviamente, la culpa es de los medios: "No entiendo a los medios, primero porque estábamos apoyando y ahora porque no estamos apoyando. Los medios nos pegaron porque tomamos la decisión y después nos pegaron porque rectificamos". La verdad es que Cota lo que no sabe es cómo ocultar la profundidad de la crisis interna que vive el PRD.

Lo que vimos este fin de semana en el Consejo Nacional es un ajuste de cuentas del lopezobradorismo y las corrientes más duras del partido en contra de Nueva Izquierda y una nueva demostración de que el ex candidato presidencial se mueve, toma decisiones y dirige al partido basado exclusivamente en su cambiante e inestable humor cotidiano. Como se encargó de aclarar una y otra vez el secretario general del partido, Guadalupe Acosta Naranjo, la "orden" de hacer candidata en Yucatán a Ana Rosa Payán fue de López Obrador y de este mismo la orden de quitarla. Nueva Izquierda quería impulsar la candidatura de uno de los suyos, Erick Villanueva, quien se tuvo que apartar del proceso para respetar la decisión del nuevo jefe máximo del perredismo. Leonel Cota, cuya elección y permanencia al frente del partido sólo puede entenderse por la incondicionalidad a las decisiones de López Obrador, se dio a la tarea de convencer a Payán, mientras Nueva Izquierda defendía una posición en la que originalmente no creía. Payán aceptó ser candidata, pero ocurrió lo inevitable: sostuvo que, con las siglas del PRD o de otro partido, mantendría sus posiciones, notoriamente contrarias a las de la izquierda en general, y dijo que no aceptaría a López Obrador en su campaña.

Cota y los demás dirigentes del PRD siguieron defendiendo la candidatura de Payán e hicieron que Convergencia y el PT la aceptaran como su candidata. Pero López Obrador ya había cambiado de opinión. El problema no era la posición política (Payán es tan conservadora como Bátiz y éste funge como su "procurador" en el gobierno legítimo), sino que no aceptaba su protagonismo: ¿qué importa entonces una campaña si no sirve para fortalecer la imagen del jefe máximo? Para colmo, Payán había decidido contratar como asesora a Rosario Robles. Entonces, de la misma manera que López Obrador había ordenado, pese a la resistencia del partido, que Payán fuera candidata, él mismo decidió que ya no lo fuera. No iba a reconocer, jamás lo ha hecho, que se equivocó y, entonces, ordenó que las culpas las cargaran los que, en su nombre, habían negociado la candidatura. Que el costo lo pagara el partido.

¿Por qué la carga contra Nueva Izquierda? Porque es la única corriente con una estructura nacional que puede disputar la dirigencia del PRD y tiene, guste o no, una agenda partidaria que no necesariamente es la misma de un López Obrador cuya única agenda es él mismo. Por eso se mantiene a un provocador como Gerardo Fernández Noroña en plan de vocero, cuando el PRD tiene decenas de militantes mejor preparados para ser la voz de esa organización. Pero Cota y Fernández Noroña son la pareja ideal para desdibujar al partido y no hacerle sombra a López Obrador. No es una novedad decir que AMLO no es un hombre de lealtades, pero si alguien lo puede decir es Jesús Ortega y no lo hace: cuando López Obrador fue presidente del partido, el trabajo, los amarres, los triunfos electorales que se dieron, fueron producto del trabajo de quien fue su secretario general, Ortega, pero no hubo un solo reconocimiento público de aquél hacia éste. Cuando Ortega quiso ser presidente del partido, AMLO creó la candidatura de Cota Montaño, sin ninguna experiencia partidaria, para impedir que Jesús llegara a esa posición. Cuando Ortega quiso buscar la candidatura del Distrito Federal, López Obrador lanzó a Marcelo Ebrard y obligó a aquél, en los hechos, a abandonar la precampaña. Lo designó coordinador de la campaña federal, pero nunca le dio esas atribuciones, que se siguieron manejando en un círculo alejado del partido e incluso AMLO le quitó a Ortega, que maneja la mejor estructura dentro del PRD, la organización electoral, para ponerla en manos de dos de sus amigos, Alberto Pérez Mendoza y Francisco Yee, que fueron un desastre y nunca se supo qué hicieron con los millones de pesos recibidos. Pasada la elección, designó a Ortega coordinador del Frente Amplio, al mismo tiempo que una y otra vez se toman decisiones que ignoran a los supuestos aliados de esa organización. En el gabinete del DF no se le dieron posiciones a Nueva Izquierda, pese a tener la mayoría en la ALDF y, en el Congreso, Carlos Navarrete fue elegido coordinador de los senadores, pese a la oposición de López Obrador.

No se trata de hacer una defensa de Nueva Izquierda, que tiene, como cualquier corriente política, virtudes y defectos, sino de comprender cómo el lopezobradorismo está dispuesto a convertirse en el "jefe máximo" de un PRD que cada día se parezca menos a un partido político, con autonomía, independencia y una participación plural en la toma de sus decisiones.

El maximato sólo puede florecer en la confusión y, por eso, hoy, los perredistas no saben si son parte del partido, de la Convención Democrática , del Frente Amplio o del gobierno legítimo. Lo único que saben es que ellos no toman las decisiones.

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López Obrador en su justa dimensión

Juegos de poder
Por: Leo Zuckermann
López Obrador en su justa dimensión

Unos lo dan por muerto y otros dicen que resurgirá de las cenizas como el Ave Fénix. Por un lado afirman que es un pasivo para la izquierda y, por el otro, alegan que sigue siendo el líder social que el país demanda. Es Andrés Manuel López Obrador, quien se ha convertido en un dolor de cabeza para los analistas. Hay quienes lo subestiman y quienes los sobreestiman. El reto, por supuesto, es ponerlo en su justa dimensión.

AMLO sigue siendo el mismo de siempre. Sagaz y provocador, recorre el país para formar un nuevo movimiento político-social. No se da por vencido. Sin embargo, hay condiciones que sí han cambiado.

De gobernante a opositor

AMLO tuvo mucho éxito el sexenio pasado en parte porque estaba a su disposición todo un aparato político: el gobierno del Distrito Federal que asegura dinero, clientelas y presencia mediática. No se puede menospreciar nunca a un político que ejerce más de 90 mil millones de pesos al año. Es una cantidad de recursos que compra muchas lealtades. Además, el gobierno tiene el poder para manejar a grupos a los que protege a cambio de votos y apoyo político. Ambulantes, taxis pirata e invasores profesionales fueron las clientelas más visibles de AMLO.

A esto hay que sumarle que el jefe de Gobierno capitalino es el gobernante local con mayor exposición mediática en el país después del Presidente de la República. Esto se debe a una razón tan banal como el que las noticias del Distrito Federal son reportadas por los medios electrónicos dentro de los noticieros nacionales. Así, el jefe de Gobierno tiene una cobertura que los gobernadores envidian.

AMLO tuvo todos estos elementos y los manejó con habilidad. Pero se le acabó. Ahora le pertenecen a Marcelo Ebrard. El tabasqueño ha pasado a ser, simplemente, un opositor más.

Tampoco tiene a Fox enfrente

En mucho, AMLO fue un producto de Fox y viceversa. Era una pareja política simbiótica. Vivían, crecían y disminuían uno a partir del otro. El presidente logró desaforar al jefe de Gobierno, pero no pudo inhabilitarlo de la competencia electoral. AMLO ganó la partida y salió fortalecido en la carrera presidencial. Luego comenzó a perderla por insultar a un presidente que era popular. Lo mandó callar como chachalaca; su soberbia le costó muchas plumas a un gallo desbocado. Fue el principio de su derrota.

AMLO sigue provocando a Calderón como si fuera Fox. Pero ahora tiene enfrente a un personaje que no se engancha. Aunque le digan espurio, pelele o soldadito de chocolate, el nuevo Presidente se hace de oídos sordos. No cae en las provocaciones y se dedica a gobernar. El tabasqueño ha de estar desesperado y melancólico; seguramente es el mexicano que más extraña a Fox.

Un ejemplo: la marcha en contra de la carestía

El 31 de enero, diversas organizaciones marcharon para protestar en contra del alza en el precio de algunos productos como la tortilla. La participación de AMLO se convirtió en un problema para los organizadores. Ya no se le vio con la misma fuerza de antes. Para empezar, no le dieron el monopolio de la palabra como él quería. Luego, su sola presencia hizo que el Congreso del Trabajo y la Confederación de Trabajadores se retiraran de la movilización.

AMLO sí habló, pero después de la manifestación cuando algunos sindicatos y organizaciones campesinas se retiraban. Frente a sus fieles seguidores lanzó la misma cantaleta de siempre en contra de las "políticas neoliberales", de los "tecnócratas y delincuentes de cuello blanco", del "gobierno usurpador", de la "derecha deshumanizante" y de los "medios de comunicación que hacen la guerra sucia". Citó a Juárez, insultó a Calderón y propuso "una transformación de las dimensiones del movimiento de Independencia, del movimiento de Reforma y de la trascendencia de la Revolución Mexicana ". Sus seguidores resultaron más innovadores que él al lanzar la consigna de "¡taco por taco, tortilla por tortilla; no queremos PAN, queremos tortilla!"

En el sexenio pasado, las declaraciones de AMLO hubieran enfurecido a Fox quien, inmediatamente, hubiera saltado al cuadrilátero a responderle. Y así nos hubiéramos ido para deleite de los medios de comunicación que gustan del escándalo. Sin embargo, el nuevo Presidente reaccionó de manera distinta. Después de la marcha, giró instrucciones a los secretarios de Economía, Agricultura y Trabajo para atender en forma "expedita, sensible y respetuosa" el "nuevo llamado al diálogo" que formularon organizaciones sindicales, campesinas y sociales durante la manifestación en contra de la carestía. Anunció que el gobierno emprendería "todas las acciones que sean necesarias" para mantener la estabilidad de los precios de bienes y servicios básicos, castigar todo tipo de especulación y acaparamiento y apoyar al campo mexicano. Finalmente, dijo que "respeta y respetará siempre la libre manifestación de las ideas y el derecho de petición de todo mexicano que lo formule de manera pacífica y respetuosa". Vaya diferencia con el pasado: una sensible posición institucional en lugar de los insultos picantes de antes.

Ni sobre ni subestimarlo

El reto de analizar a AMLO es ponerlo en su justa dimensión. Hoy está de capa caída. Su imagen, de acuerdo con todas las encuestas, es peor que la de Roberto Madrazo, y eso es decir mucho. Sin embargo, las condiciones podrían cambiar y el tabasqueño podría repuntar. Hay que recordar que la política es como el juego de serpientes y escaleras. Se está arriba, luego hasta abajo, pero con suerte, paciencia y tenacidad se puede volver a subir. Ahí están los casos de los actuales presidentes de Nicaragua y Perú, Daniel Ortega y Alan García, que lo atestiguan.

Los pecados del ´Peje´

Estrictamente personal
Raymundo Riva Palacio
El Universal

Miércoles 07 de febrero de 2007

Los pecados del ´Peje´

Un nuevo libro pone al frente del escenario a Andrés Manuel López Obrador y provoca más revelaciones sobre lo que sucedió en 2006

La soberbia no sólo es el principal pecado capital; es la metáfora que describe de cuerpo completo a Andrés Manuel López Obrador. La arrogancia no es un pecado, pero define totalmente la actitud del tabasqueño. La humildad no fue su fuerte durante la campaña presidencial, en la que se transformó en un hombre intransigente y excluyente. Bienaventurados fueron quienes se mostraban serviles; marginados resultaron aquellos que osaron señalarle sus faltas. Sólo en ese marco de referencia se puede empezar a comprender cómo un candidato presidencial que tenía una ventaja de 15 puntos sobre su más cercano adversario cuatro meses antes de las elecciones, pudiera perderlos. ¿Qué sucedió?

Nuevos detalles sobre los errores estratégicos de López Obrador han comenzado a salir como parte de los reacomodos políticos dentro del PRD y por la necesidad de supervivencia política de algunos que figuraron entre sus más aguerridos gladiadores. ¿Qué sucedió cuando en febrero de 2006 tenía esa ventaja sobre el segundo lugar en ese momento, Roberto Madrazo?

"Se equivocó de contrincante", dice un perredista. "Cuando vio la ventaja que tenía y que faltaban varios meses para la elección, decidió hacer la campaña en contra de Fox". Se le dijo que el presidente Vicente Fox no aparecería en las boletas de la elección y que tenía un nivel de popularidad de 65%. Es decir, Fox podía desgastarse lo que quisiera, pues no contendería por nada, mientras que todo lo negativo que pudiera acarrearle esa competencia a López Obrador repercutiría en puntos de popularidad y preferencia de votos. El candidato no les hizo caso.

Días después explotó su primer "¡Cállate, chachalaca!" Y ahí empezó el cambio de dirección de viento y la campaña presidencial comenzó a ser una batalla. Una semana antes, el equipo de Felipe Calderón había puesto en televisión un spot que hablaba de la deuda que había dejado López Obrador en el Gobierno del Distrito Federal, pero había pasado desapercibido. El grito contra Fox sacudió al electorado. En el cuarto de guerra de la campaña de Calderón vieron cómo sus números en los tracking polls se movían por primera vez en meses. Decidieron regresar el spot de la deuda a la televisión y, con los posibles votantes más alerta porque el grito chachalaco los perturbó, la campaña negativa comenzó a despegar.

Según un colaborador de Calderón, esos dos momentos le hicieron perder a López Obrador "entre seis y siete puntos". La encuestadora del perredista, Ana Cristina Covarrubias, también midió que las cosas dejaban de estar bien y suspendió la difusión de sus encuestas de tendencia de voto. Los asesores del perredista aconsejaron no atacar a Fox, pero le volvió a recetar otro "chachalaca", regalándole al equipo de Calderón un nuevo spot comparándolo con el venezolano Hugo Chávez. "Todas las mañanas nos sentábamos en el cuarto de guerra a esperar la respuesta, pero pasaron 20 días y nunca nos respondieron nada".

Varios asesores de López Obrador le recomendaban irse a la televisión y contrarrestar los golpes con una campaña negativa contra Calderón, que ya había rebasado a Madrazo y se acercaba al perredista. Pero la respuesta era no. "Él nos decía que el pueblo no iba a votar por los malos, sino por el bueno, con lo que él ganaría", confió un perredista. López Obrador tampoco fue al primer debate. "Le costó otros cinco o seis puntos", dijo el colaborador de Calderón. "Ahí lo empezamos a rebasar". La ventaja que tenía en febrero se había evaporado. Aceptó retirar al cineasta Luis Mandoki como su creador de imagen y contratar a Hugo Scherer para evitar la debacle. Scherer es un profesional en comunicación política e imagen, pero en el último mes de la campaña sólo pudo ver al candidato 15 minutos, de madrugada en San Luis Potosí. La contienda se encontraba el 2 de julio con un empate técnico.

López Obrador no había preparado un plan de contingencia en caso de perder. "Esa opción nunca estuvo en su cabeza", reveló el perredista. Por eso, todo se empezó a derrumbar la tarde de la elección, cuando los números no cuadraban. En un nuevo libro, 2 de julio, Carlos Tello Díaz narra cómo a las cuatro de la tarde de ese día la encuesta de Covarrubias le daba tres puntos de ventaja sobre Calderón -un empate técnico-, pero el resto de las encuestas daban un empate total. El autor detalla el desconcierto al iniciar la noche y cómo el ambiente de fiesta se había vuelto un mosaico de caras tristes y nerviosas.

De hecho, a las seis de la tarde el coordinador de la campaña, Jesús Ortega, llamó por teléfono al estratega de Madrazo, Manlio Fabio Beltrones, y le pidió que no le levantaran la mano a Calderón. "Ni a Calderón, ni a López Obrador", respondió, deslizando un consejo, tal y como lo habían hecho en 1988 ellos cuando la elección de Carlos Salinas: "Tomen la calle". Si no ocupan los espacios, les advirtió, "los van a desaparecer mañana". Una hora después, Martí Batres convocaba a sus seguidores al zócalo.

Cuando el conteo de votos le dio a Calderón una apretada victoria, le sugirieron a López Obrador realizar una huelga de hambre en el zócalo para presionar al tribunal electoral. "No nos escuchó", dijo uno de sus cercanos que no es miembro del partido. En lugar de ello, cometió otro error: realizar un "plantón" sobre Paseo de la Reforma. Duró casi dos meses y fue un desastre. Varios líderes del PRD le pidieron levantarlo, pero cada vez que parecía aceptarlo, los más radicales lo convencían de lo contrario, argumentando que era la única forma de presionar a los magistrados electorales.

Estaban equivocados por partida doble: les recetaron un fallo negativo unánime. A cambio, el plantón provocó la ruptura de alianzas con varios de los más importantes empresarios del país y con un amplio sector de intelectuales que se la jugaron con López Obrador, además de la pérdida de respaldo de la prensa internacional y de la gente, que lo castigó con 25 puntos de menos de popularidad. La caída de prestigio de López Obrador se acentuó cuando, ignorando el consejo de varios cercanos, incluido su protector Enrique González Pedrero, se ungió como "presidente legítimo".

El descrédito del ex candidato se probó durante la reciente marcha sindical contra el alza de la tortilla, donde la participación del tabasqueño tuvo un impacto negativo entre la población a la que querían llegar. López Obrador tiene hoy rendimientos decrecientes para el PRD y la izquierda en general. Pero quien piense que está acabado, se equivoca. El PRD piensa hacer una evaluación crítica de la derrota en la elección presidencial, donde quizá cuelguen a quienes responsabilizó de la operación electoral. Pero a él no lo van a tocar. Es un mal necesario, cuando menos para 2009 y, nadie sabe en este momento, si también un nuevo activo para dentro de seis años.

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José Woldenberg

¿Democracia directa?

"Escuchen bien amigas y amigos, lo que les voy a decir, quiero una respuesta de ustedes, sincera, que lo pensemos, aunque sea un instante, les propongo que nos quedemos aquí, en asamblea permanente, hasta que resuelva el Tribunal. Les propongo que aquí nos quedemos, que permanezcamos aquí, día y noche, hasta que se cuenten los votos y tengamos un presidente electo con la legalidad mínima... Si decidimos quedarnos, nos organizaremos de la siguiente manera: Aquí, en el Zócalo, se quedarán los que provienen de los 31 estados del país, y a lo largo de Madero, Juárez y el Paseo de la Reforma... se establecerán los habitantes de las 16 delegaciones del Distrito Federal... Estamos hablando de 47 campamentos. En cada campamento habrá una coordinación integrada por senadores y diputados electos, jefes delegacionales electos, dirigentes de los partidos de la Coalición... Y habrá un representante de las redes ciudadanas en cada campamento. (Luego viene la explicación de en qué calles estarán los diferentes campamentos)... Voy a poner a consideración de ustedes esta propuesta. Les pregunto, ¿nos quedamos? ¿Sí o no? Voy a volver a preguntar de otra forma. Los que estén por que nos quedemos, que levanten la mano. Los que no estén de acuerdo que levanten la mano. ¿Abstenciones? Nos quedamos" ( La Jornada , 31 de julio de 2006).

Así fue como Andrés Manuel López Obrador le planteó a la multitud y ésta "resolvió" llevar a cabo "los campamentos" que han desquiciado la Ciudad de México en los últimos días. Una medida que al obstruir la circulación en varias de las principales calles y avenidas del Distrito Federal ha tenido efectos multiplicadores en el ya de por sí complejo problema del tráfico vehicular. Pero más allá de la sinrazón de la medida, vale la pena detenerse en el procedimiento de aprobación de la misma, porque expresa (creo) una concepción de las relaciones entre el líder y sus seguidores que ofrece claves para entender la idea de la política del principal dirigente de la izquierda mexicana.

AMLO hizo la propuesta a título individual ("les propongo"), y en ningún momento mencionó al comité ejecutivo del PRD o a la coordinadora de la Coalición o a la de las redes ciudadanas o a un grupo de asesores. Se trata de la iniciativa que presenta el líder a un conjunto mayúsculo e indiferenciado. Por supuesto, en un acto no sólo masivo sino multitudinario no hay espacio para la deliberación, para sopesar las bondades o problemas que las "propuestas" puedan acarrear; pero el líder asume (ya sea de manera retórica o que verdaderamente lo crea) que la responsabilidad es compartida (él propone, los otros respaldan), mientras que la multitud cree (imagino) que la responsabilidad es del líder. Y finalmente la votación simbólica de cientos de miles no puede ser contada, ni nadie, por supuesto, pretende hacerlo. Se trata más de un ritual de adhesión que de una auténtica decisión.

Algunos llaman a eso democracia directa. No obstante, esa fórmula de relación entre el líder y la masa -sin intermediarios- carece de dos de los elementos fundamentales de las prácticas democráticas: a) la posibilidad de debate entre dos o más iniciativas y b) por ello la existencia de pesos y contrapesos que hacen del "demos" un sujeto y no un objeto, un conjunto con visiones distintas y no un monolito indiferenciado. Lo que vimos es una fórmula de relación plebiscitaria que no necesita de circuitos de deliberación, porque supone que el líder encarna las esperanzas y necesidades de sus "representados" y éstos depositan en él su confianza. Se trata de un representante directo que habla a nombre de un conjunto inmenso de personas que ponen en él no sólo sus anhelos y proyectos, sino también su responsabilidad. Por ello, si el líder se equivoca los seguidores también lo hacen. Ésta es, entonces, la primera derivación de los liderazgos unipersonales y carismáticos: las altas posibilidades de error, ya que suele suceder que incluso las ocurrencias se convierten en directrices políticas.

La desaparición en el discurso de los partidos que fueron la plataforma de lanzamiento de su candidatura tampoco parece ser casual, al igual que la atrofia de los circuitos de deliberación en los propios partidos. Es el resultado de la construcción de un sujeto compacto y sin fisuras, el pueblo, con el cual el líder quiere y puede relacionarse (en los actos masivos) sin mediaciones que le estorben. El líder popular (y qué duda cabe que lo es) se siente a sus anchas con ese océano multitudinario en donde las diferencias, los matices, las contradicciones se borran, para dar paso a una adhesión fervorosa que él sabe cultivar.

De igual manera, los otros partidos y las instituciones estatales aparecen como una especie de laberinto insondable en donde las energías y los anhelos populares tienden a diluirse. De ahí la forma maniquea y despreciativa en que son tratados. Si el pueblo es uno -y no una pluralidad de intereses, visiones, necesidades- y ya encontró a su líder, entonces todo aquello que no se forme en el "bando popular" no es sino expresión de intereses aviesos.

Es en ese desprecio a los complejos equilibrios que después de todo se han construido en el mundo estatal en los últimos años donde se encuentra la pulsión más nociva de esa forma de entender la acción política. Porque resulta altamente disruptiva en la perspectiva de asentar y eventualmente consolidar las rutinas y prácticas democráticas que suponen precisamente que las leyes y las instituciones son los conductos a través de los cuales deben convivir y competir las diferentes opciones políticas. Fuerzas distintas y encontradas que merecen y tienen que coexistir.

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domingo, febrero 11, 2007

AMLO: el niño mimado de Ortega y Gasset. / Berrinchudo, reniega de las instituciones.

Indicador Político

Carlos Ramírez

Miércoles, 26 de julio de 2006

Entre toda la literatura de las ciencias políticas y sociales, nada se ajusta más al comportamiento de Andrés Manuel López Obrador que la tipología del hombre-masa que realizó José Ortega y Gasset en 1930 en su ensayo La rebelión de las masas. Y dentro del texto, nada se parece más al perredista que la "psicología del niño mimado".

En su "disección del hombre-masa", Ortega hace un extraordinario "diagrama psicológico" de la persona que quiere todo y destruye todo. "No les preocupa nada más que su bienestar y, al mismo tiempo, son insolidarias con las causas de ese bienestar."

Como ejemplo, Ortega define uno que dibuja de pies a cabeza al hombre-masa: "en los motines que la escasez provoca suelen las masas populares buscar pan y el medio que emplean suele ser destruir las panaderías". Esto, agrega el filósofo, "puede servir como símbolo del comportamiento que, en más vastas y sutiles proporciones, usan las masas actuales frente a la civilización que las nutre".

López Obrador y sus masas casan a la perfección con este retrato. Sin su voto pero con su anuencia en la participación de las instituciones legislativas, el PRD fue corresponsable de las instituciones electorales actuales y vigentes. Pero como no se ajustan a sus deseos -los de López Obrador, obviamente-, entonces esas instituciones dejan de tener valores.

La tesis del niño mimado de Ortega ha tenido referentes psicológicos. Se trata del niño que padece la sobreprotección de sus padres por ser hijo único o por haber pasado por una situación traumática. Por tanto, generan en el niño mimado el sentimiento de la falta de límites, de la exigencia de lo imposible y de apropiarse del entorno sin obstáculo alguno. Son los que ya adultos se creen con el derecho de aspirar a todo sin atender las reglas y suelen tratar de imponer su voluntad. Y cuando nada logran, entonces son presa de un sentimiento de frustración que muchas veces dejan escapar por la vía violenta.

Ortega estudió al hombre-masa en el contexto del síndrome del "niño mimado" en cuanto a la exclusión de referentes históricos y de desarrollo. "El símil es formal. Porque, en efecto, el hombre vulgar, al encontrarse con ese mundo técnica y socialmente tan perfecto, cree que lo ha producido la naturaleza y no piensa nunca en los esfuerzos geniales de los individuos excelentes que supone su creación. Menos todavía admitirá la idea de que todas esas facilidades siguen apoyándose en ciertas difíciles virtudes de los hombres."

Para Ortega, los dos principales rasgos del diagrama psicológico del hombre-masa son "la libre expansión de sus deseos vitales" y "la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia". Esta tipología se ajusta exactamente a los seguidores de López Obrador, quienes el lunes hicieron un tour turístico en la zona de Santa Fe para sorprenderse y alimentar su resentimiento social con las tiendas del centro comercial. La "libre expansión de sus deseos vitales" no pasa por el raciocinio socioeconómico. Quieren todo sin dar nada.

Los dos rasgos anteriores llevaron a Ortega a tipificar sociológicamente al hombre-masa. "Heredero de un pasado larguísimo y genial -genial de inspiraciones y de esfuerzos-, el nuevo vulgo ha sido mimado por el mundo en torno. Mimar es no limitar los deseos, dar la impresión a un ser de que todo le está permitido y a nada está obligado. La criatura sometida a este régimen no tiene la experiencia de sus propios confines. A fuerza de evitarle toda presión en derredor, todo choque con otros seres, llega a creer efectivamente que sólo él existe y se acostumbra a no contar con los demás, sobre todo a no contar con nadie como superior a él."

La superioridad del hombre-masa carece de sentimientos y de nobleza respecto a los demás, agrega Ortega. "Las nuevas masas se encuentran con un paisaje lleno de posibilidades y, además, seguro, y todo ello presto, a su disposición, sin depender de su previo esfuerzo, como hallamos el sol en lo alto sin que nosotros lo hayamos subido al hombro."

Y Ortega refuerza su tesis: "la perfección misma con que el siglo XIX ha dado una organización a ciertos órdenes de la vida es origen de que las masas beneficiarias no la consideren como organización sino como naturaleza. Así se define y se explica el absurdo estado de ánimo que esas masas revelan: no les preocupa más que su bienestar y, al mismo tiempo, son insolidarias con las causas de ese bienestar". Por eso, añade, en las revoluciones quieren pan pero destruyen las panaderías.

En el "Prólogo para Franceses" de La rebelión de las masas, Ortega define la rebeldía de las masas. "La masa en rebeldía ha perdido toda capacidad de religión y de conocimiento. No puede tener dentro más que política, una política exorbitada, frenética, fuera de sí, puesto que pretende suplantar al conocimiento, a la religión, a la sagesse -en fin, a las únicas cosas que por su sustancia son aptas para ocupar el centro de la mente humana-. La política vacía al hombre de soledad e intimidad y por eso es la predicación del politicismo integral una de las técnicas que se usan para socializarlo."

La crítica de Ortega va hasta el fondo: "es muy difícil salvar una civilización cuando le ha llegado la hora de caer bajo el poder de los demagogos. Los demagogos han sido los grandes estranguladores de civilizaciones". "La demagogia esencial del demagogo está dentro de su mente y radica en su irresponsabilidad ante las ideas mismas que maneja y que él no ha creado sino recibido de los verdaderos creadores. La demagogia es una forma de degeneración intelectual."

La psicología de las masas de Ortega puede aplicarse a los comportamientos de López Obrador. Sin entender razones legales y hasta elementales, su comportamiento es el del niño mimado, berrinchudo, rezongón.

(Lea el Diario de Campaña de Carlos Ramírez, todos los días en www.lacrisis.com.mx o www.indicador-politico.com.mx.)

cramirez@lacrisis.com.mx

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Roger Bartra: AMLO es la restauración del viejo régimen

Ricardo Pacheco Colín

26 de Julio de 2006

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PRD, una política conservadora

Bartra plantea que no le sorprende el resultado de la elección: “Yo creo que AMLO hizo una política de tipo conservador, de carácter suicida, que minó las bases que había logrado, sobre todo por no haber hecho a tiempo un viraje hacia el centro. Quiero decir, hacia posiciones reformistas, socialdemócratas, y se mantuvo en una actitud agresiva más simbólica que real. Generó confusión y al final esa franja de indecisos decidió anular sus votos o prefirió a Calderón.

Cierra el ciclo de los estudios sobre la melancolía

Se doctoró en la Sorbona de París y es investigador emérito por la UNAM. Con su libro El duelo de los ángeles (FCE) concluye el ciclo de investigaciones sobre la melancolía y las zonas oscuras, irracionales, del ser humano, para lo cual toma como base el caso de tres pensadores: Immanuel Kant, Max Weber y Walter Benjamin. Platicamos con Bartra a propósito del libro mencionado, pero sin remedio y con fortuna la charla se orientó hacia el tema de la política.

—A propósito de esas regiones oscuras de las que trata en su libro El duelo de los ángeles (FCE 2006), que implican comportamientos que rayan a veces en expresiones de locura, la sociedad mexicana a partir del 2 de julio está siendo sacudida por un fenómeno en apariencia irracional.

—Bueno, sucede que la sociedad democrática está operando con efectividad, pero las fuerzas políticas —unas más, otras menos— están atrasadas respecto de ese sistema; no están todavía adaptadas plenamente a comportarse en terreno democrático. Este campo es muy nuevo, un espacio que apenas tiene seis años, acaso un poco más. Pero yo creo que ninguna de las fuerzas políticas está plenamente adaptada para comportarse con la civilidad que requiere el espacio democrático.

—¿Ninguna?

—Lo que más me duele —porque yo vengo de ahí, soy un hombre de izquierda— es el comportamiento del Partido de la Revolución Democrática y sus aliados: me parece muy conservador y con importantes facetas antidemocráticas. Está poniendo en tensión las cosas. Aunque no cabe duda que también los panistas tienen malos humores; hay algunos ultraderechistas que no se acostumbran a vivir en espacios abiertos democráticos, que vienen de las catacumbas.

“Y no se diga el PRI, éstos son la representación misma del antiguo régimen. A ellos les ha costado muchísimo trabajo —posiblemente más que a los otros— adaptarse a las condiciones democráticas”.

—Usted aludió hace un momento al papel conservador del PRD, pero ¿qué ve en su candidato AMLO en sus acciones y programas?

—Sí, claro, por eso lo llamo conservador. Lo que encabeza AMLO es un fenómeno de populismo. Yo creo que es un fenómeno populista caciquil; él suena más como cacique, como caudillo, pero le llamo conservador porque de alguna manera recupera muchos de los hábitos y de las ideas del antiguo régimen, del Ancien Régime, para emplear un término acuñado por la Revolución Francesa. Es la dictadura perfecta de la que hablaba Mario Vargas Llosa.

“Desgraciadamente la cultura priista yo la veo como el tumor maligno que llegó a enfermar la cultura política del país, y que está haciendo metástasis —por decirlo así— en los espacios de la izquierda. Eso es muy lamentable porque me parece que es la causa por la cual López Obrador no ganó las elecciones con la gran ventaja que le atribuían las encuestas de hace un año o menos.

—Ésa sería una de las causas, pero hay más, ¿no?

—Bueno, ese discurso populista conservador desgastó a su base electoral y mostró una agresividad terrible contra la clase media, de manera innecesaria. Esta clase tiene una gran sensibilidad y cuando es agredida irradia a otros sectores esa animosidad y esos miedos.

“Está difícil que gane un partido luchando contra la clase media. Ha sucedido en pocos lugares del mundo. Ocurrió en Venezuela, pero ahí el sistema estaba cayéndose en pedazos, los partidos estaban en un grado de confrontación impresionante.

—¿El resultado de la elección es sorpresivo?

—A mí no me sorprende el resultado. Yo creo que AMLO hizo una política de tipo conservador, de carácter suicida, que minó las bases que había logrado, sobre todo por no haber hecho a tiempo un viraje hacia el centro. Quiero decir, hacia posiciones reformistas, socialdemócratas, y se mantuvo en una actitud agresiva más simbólica que real.

—Si uno revisa su programa económico, AMLO queda muy lejos de la izquierda e incluso del nacionalismo revolucionario, ¿no?

—Pues sí, bueno, tiene un poco de Keynes, un poco de Roosevelt, un poco de nacionalismo revolucionario. Entonces (exclama), ¿para qué esa agresividad tan terrible?

—Sobre todo porque ni AMLO ni Camacho Solís son Lenin o Fidel Castro…

—Sí, tampoco son el Che Guevara ni nada (risas). Entonces la gente tiene muchas sospechas: bueno, ¿por qué estos que no son radicales, que nunca lo han sido, por qué se comportan como tales?

“Generaron confusión y al final esa franja de indecisos, ante esa confusión, decidió anular sus votos o prefirió votar por otro candidato, incluyendo a Calderón. Fue entonces que se desplomó ese 10 por ciento que se supone tenía López Obrador de ventaja. Aunque tal vez no era el diez, pero sí fácilmente un tres o cuatro de ventaja. Los dilapidó y perdió.

—Entonces ¿por qué esa irracionalidad de la protesta contra la elección?

—Bueno, pues AMLO decidió buscar un enemigo y hablar de “la guerra sucia”… pero la hubo de los dos lados. Asimismo menciona que se usaron recursos gubernamentales en las campañas; cierto, pero también se dio en ambos lados.

“Yo pienso que es una manera de evitar la discusión de lo que hicieron mal. Ahora, si se van por el camino de la confrontación van a seguir perdiendo, van a continuar esa pérdida hasta que vean desgastar su capital político. Y eso lo lamento mucho porque es el espacio de la izquierda que tenía dentro del sistema político mexicano”.
El duelo de los ángeles

—En cuanto a su más reciente libro El duelo de los ángeles, qué propósitos lo animaron a escribirlo?

—Con este libro he querido explicar cómo tres lúcidos pensadores europeos se enfrentan al abismo del caos y la irracionalidad. He querido llevar a cabo con Immanuel Kant, Max Weber y Walter Benjamin una especie de experimento antropológico que consiste en enfocar la atención en algunas dimensiones aparentemente marginales de su pensamiento para resaltar la manera en que ellos dirigieron su mirada hacia la oscuridad.

—Me sorprende mucho sobre todo la aparición de estas zonas oscuras en los pensadores que mencionó.

—El gran tema del libro, lo que me inquietó fue el problema de la relación entre el gran pensador racional con los espacios de la irracionalidad, del desorden, de la inconsistencia, del caos. En el siglo XVIII a eso le llamaban lo sublime porque por un lado era algo terrorífico y por otra lado una vía para comprender el mundo, una experiencia que tenía algo de gratificante, que impulsaba a los poetas y a los pintores. Es estar cerca del abismo sin caer en él. Bueno Walter Benjamin sí cayó. Es algo fascinante y que se comprueba en este mito de la melancolía que, a fin de cuentas, es la experimentación de la muerte con boleto de regreso: poder pasar la frontera al más allá y regresar.

No quiere el recuento, sólo quiere el poder

No quiere el recuento, sólo quiere el poder

Jorge Fernández Menéndez

Razones

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Las dos más recientes declaraciones de López Obrador demuestran, sin lugar a dudas, que su estrategia es, lisa y llanamente, buscar que se anulen las elecciones. Primero, aseguró que su exigencia de contar "voto por voto" en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es relativa (algo que ya se hizo en dos oportunidades y se obtuvo siempre el mismo resultado, el triunfo de Felipe Calderón, pero que funciona como una buena coartada para el objetivo real de la anulación): si se realizara ese conteo y de todas formas volviera a resultar ganador Calderón, dijo él que no reconocería el resultado porque ahora afirma que las elecciones fueron "ilegítimas". El domingo, en una nueva aparición casi publicitaria en El País, dijo al periódico español que "hubo fraude antes, durante y después de las elecciones". Por eso, en el documento de impugnación, además de una larga suma de absurdos (como presentar entre las pruebas del presunto fraude que en una telenovela alguien dijo que votaría por Calderón; que Maribel Guardia, que no es precisamente una comunicadora, entrevistó a Calderón; que en los empaques de unas botanas había una línea azul que inducía a votar por el PAN o que algún periodista lo criticó), lo que termina exigiendo es que no se reconozca la elección de Presidente, con lo que se estaría anulando la elección presidencial, un punto, por cierto, no contemplado en la ley.

¿Por qué anular esa elección, pero no la de diputados y senadores o la de jefe de Gobierno del DF? Por una sencilla razón: la única causa es buscar una crisis política que no legitime el triunfo de sus adversarios, pero obligue a designar un Presidente interino y que a él le permita continuar con su campaña uno o dos años más para volver a presentarse como candidato en unas elecciones extraordinarias.

Estas patrañas solamente confirman que todo lo que se dijo de López Obrador antes de las elecciones es verdad: el hombre no está interesado en lo más mínimo en consolidar un sistema democrático ni tiene lugar en su cosmovisión política algo parecido a la tolerancia, la legalidad o el respeto a la pluralidad. Lisa y llanamente, lo que quiere, recuperando el lenguaje del más viejo revolucionarismo, es tomar el poder. Y para hacerlo, los medios no importan: el fin, que es hacerse con el poder, justifica cualquier medio, aunque ello implique olvidarse de los compromisos que una y otra vez asumió López Obrador ante ese electorado al que dice respetar (por cierto, cuando presume sus 13 millones de votos habría que recordarle que otros 31 millones sufragaron en su contra).

Dijo en innumerables oportunidades que aceptaría los resultados electorales y la autoridad del IFE y apenas la semana pasada, además de rechazar cualquier resultado diferente de su triunfo, calificó a los del IFE como "delincuentes electorales". La jornada del 2 de julio, tanto en su equipo como en todos los ambientes políticos y en los medios, fue calificada como impecable, casi sin irregularidades y con un mínimo de denuncias. Ahora dice que hubo fraude "antes, durante y después de las elecciones", una afirmación temeraria que no puede sustentar con una sola prueba, a dos semanas de los comicios. Luego dijo que confiaba en el Tribunal Electoral, pero ahora dice que si éste no le concede el triunfo, incluso aunque el TEPJF decidiera, en una acción que no está contemplada en la ley, contar nuevamente "voto por voto", la elección será "ilegítima". Dijo una y otra vez que él no buscaba la anulación de las elecciones, pero desde cuando resultó evidente que las matemáticas, suceda lo que suceda con la impugnación presentada ante el TEPJF, no le permitirían revertir el resultado, ahora dice que fue un "fraude" y por lo tanto no se pueden reconocer sus resultados y, en el documento de impugnación, demanda la anulación del proceso. El hecho es que López Obrador no ha cumplido uno solo de los compromisos que asumió "antes, durante y después" de las elecciones. Ya lo decíamos en días pasados, siguiendo el libro de Harry Frankfurt: es peor que un mentiroso, es un charlatán que inventa una realidad a modo para satisfacer sus propios objetivos.

Lo grave es que al mismo tiempo que se va quedando cada día más solo, hace crecer la lista de los complotados en su contra, tiene menos seguidores, pero más radicales, convencidos de que todo el sistema legal y judicial es ilegítimo. Si ninguna de las vías legales son legítimas para López Obrador, entonces queda preguntarse qué sigue: la movilización violenta, propiciar un clima de ingobernabilidad que el propio lopezobradorismo nos está haciendo probar en estos días en Oaxaca, donde sus seguidores han boicoteado la Guelaguetza , han tomado a turistas como rehenes y han conseguido que la principal fuente de recursos de los oaxaqueños, el turismo, haya caído prácticamente a cero. En Oaxaca, López Obrador quiere hacernos una demostración de lo que se propone hacer en la capital del país.

¿Por qué en la capital? Porque tiene un pequeño problema. Ni todo el país es el DF ni toda la población del DF siquiera lo apoya. Por eso no pudo hacer demostraciones en varios lugares de la República como lo había planeado y tuvo que traer, acarreados, a manifestantes desde todos los puntos de México, porque su fuerza local no alcanzaría para una movilización significativa en la mayor parte de la República.

López Obrador se va quedando solo y se quedará aún más solo cuando el Tribunal concluya su labor. Muchos destacaron ayer como noticia importante la movilización de los seguidores de López Obrador, pero en términos políticos es mucho más importante el desplegado de los gobernadores priistas, al reconocer los resultados del IFE, exigir a los demás actores que los acaten y subrayar la legalidad del proceso. López Obrador, pese a sus amenazas y rodeado por sus incondicionales, se va quedando cada vez más atrás

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Ciro Gómez Leyva:

“Son cifras de escándalo que perfilan una de dos cosas: o a los lopezobradoristas les tenía tan sin cuidado el mítico 2 de julio que prefirieron emplear el domingo en otras cosas, o fueron corrompidos para no presentarse a resguardar las casillas.

Si este último fuera el caso, ¿cómo puede la coalición por el Bien de Todos hablar de moralidad electoral si uno de cada cinco de sus soldados rasos era un pequeño bandido?

Hay más datos. Tomo uno.

La coalición ha anunciado que impugnará 50 mil casillas, cuando, como se dijo líneas arriba, no tuvo presencia en poco menos de 27 mil. ¿Quiere eso decir que otros 23 mil representantes que sí hicieron acto de presencia, o son muy distraídos, o son analfabetas, o no saben sumar, o no saben defender sus derechos, o también fueron comprados, lo que elevaría el número de corruptos al menos a 75 mil?

Todo lo anterior, desde luego, en el entendido de que en cada una de las casillas donde no hubo gente de López Obrador se llevó a cabo un fraude. En cada una de ellas. Por eso a veces los datos duros son tan duros.”

Dense Maerker

“El equipo de Andrés Manuel también dice que presumen que hubo un programa que le atribuía a Felipe Calderón la mayoría de los votos que emitieron los ciudadanos a favor de Roberto Campa. Le pregunté a Claudia Sheinbaum cómo pudo darse semejante programa sin que fuera detectado por sus representantes de casilla o en el momento de los cómputos distritales y me respondió: "Por lo menos te voy a sembrar la duda. Llama mucho la atención que independientemente de donde fueran llegando las casillas Campa tenía siempre el mismo porcentaje de la votación…".
"Yo no sé si ganó Felipe Calderón ni me toca a mí determinarlo. Sé que la estructura que se instaló el 2 de julio para recibir y contar nuestros votos no tiene nada que ver con lo que operaba en la época de los fraudes. Yo no sé si el día de la elección no se hicieron trampas, lo que sí sé es que nadie ese día habló de embarazo de urnas ni de violaciones flagrantes a la ley. Sé que en todas las casillas había ciudadanos y representantes de los partidos. Yo no sé si los ciudadanos que participaron ese día hayan sabido llenar las actas de forma adecuada, sí sé que las probabilidades de que muchos se hayan puesto de acuerdo para perjudicar a uno solo de los contendientes es bajísima.”

“Sé que el mismo 2 de julio los datos de las encuestas de salida nos hablaban de una sorprendente, al menos para mí, ventaja de Felipe en las elecciones. Sé que por lo cerrado de los resultados ningún medio se aventó a dar sus datos esa noche. Sé que el resultado del conteo rápido del IFE coincide con el del cómputo distrital. No sé si hubo fraude, sólo puedo decir que no veo cómo se pudo haber cometido. Y eso, evaluar las pruebas que se presenten, será tarea del Tribunal. Lamento mucho, muchísimo, que antes de que eso ocurra, la duda haya quedado sembrada. Nos costó años construir instituciones que nos permitieran desterrar el fraude electoral de nuestras vidas, ha sido simple cuestión de días y de unas cuantas suposiciones para volver a sembrar la duda y la sospecha. ¡Es una lástima para todos!”

Federico Reyes Heroles

Perder ganando

"La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de vuestra fermosura...".

Miguel de Cervantes

¿Cuál es el límite? La alianza por el Bien de Todos está en su derecho de impugnar las supuestas irregularidades habidas en la elección. Auténticamente es por el bien de todos: sólo desnudando anomalías y posibles delitos electorales es como podremos arrinconarlas. Todo sistema electoral se perfecciona por actos de tracto sucesivo. En el 88 las actas no quedaban en manos de los partidos. En el 91 los partidos carecían de representantes en un buen número de las casillas. Las zonas alejadas tuvieron que ser cubiertas por un auténtico ejército de observadores. La fiscalía especial es otro paso. Denunciar irregularidades y anomalías es obligado e imprescindible para el avance democrático. Allí no hay discusión. Pero se plantea algo distinto.

¿Cuál es el límite, dónde está la frontera que divide lo que es un acto jurídico responsable de una treta política para desorientar a la opinión pública? ¿De verdad creen que hubo irregularidades intencionales en 50 mil de las 130 mil casillas? De verdad creen que el PREP, el conteo y el cómputo distrital -cuyos resultados coinciden al dedillo- fueron manipulados? Piensan entonces que hubo un silencioso golpe de Estado en el IFE que involucró a cientos de servidores públicos, incluidos científicos de gran renombre, golpe de Estado del cual nadie se dio cuenta, por cierto, ni ellos. Una operación central de ese tipo involucraría a decenas de miles de ciudadanos. Allí el asunto no cuadra. ¿Ignorancia o perversidad? No todas las aventuras que parecen quijotescas terminan bien. Don Quijote leyó novelas de caballería, AMLO encuestas a destiempo. Convertido en Presidente virtual durante dos años, se vio mucho tiempo en la silla presidencial. Los medios colaboraron a ello mes a mes: 10, 15, 20 puntos de ventaja. Pero, ¿quiénes eran los competidores reales, en qué situación? Faltaba mucho por definir. ¡Voy ganando! Soy indestructible, acabaré con las pensiones de ex presidentes, aumentaré el gasto social, construiré refinerías, trenes, carreteras, abajo los ricos, vivan los pobres, ¡viviré en Palacio!

Convencido por las remotas cifras, inició su marcha a la Presidencia desde el corazón del país que ya gobernaba. Pero había un pequeño problema: las verdaderas campañas comenzaron en enero y, por supuesto, las tendencias se movieron. No iba solo. Ésa realidad ya no gustó: "cuchareadas", "manipuladas". Amañadas las contrarias, válidas las favorables, una grave y delatadora negación de la realidad. Las cifras mostraron una competencia reñida, por eso AMLO estuvo arriba en varias ocasiones y no protestó. También estuvo abajo y fingió demencia. Fue entonces cuando habló de esas encuestas fantasmales que le daban 10 puntos de ventaja. ¿Existían, les creía? Embebido en sus lecturas nocturnas, el caballero cabalgaba hacia la Presidencia. Nada lo detendría.

Llegó el día de la verdad: casi 1 millón de representantes de partidos, más de 900 mil ciudadanos involucrados en las casillas, todos testigos de primera mano; mil 800 consejeros distritales; 24 mil observadores nacionales y, por si fuera poco, casi 42 millones de votantes que saben por quién votaron: 65 de cada 100 no lo hicieron por él. En el camino AMLO arroja lodo a los consejeros electorales del IFE, al padrón electoral, al PREP, al conteo rápido, al cómputo distrital. ¡Todo es una porquería! Los 236 mil votos a favor de Calderón no valen. Nada de que un voto es un voto. Los más de 27 millones que votaron en su contra tampoco, él es el elegido, tiene que serlo. Quien no lo sepa vive en el error. Síganme los valientes ¡Vamos contra todo y todos! ¡Fraude, fraude, fraude!

Es la mejor elección histórica del PRD, hoy es segunda fuerza en el Legislativo. Una vez más, muy holgadamente, se lleva la capital y más de 14 millones de votos para la Presidencia. Pero el caballero andante declara fraude generalizado, llama "traidor" a Fox y "pelele" a Calderón y, en pocas palabras, se regresa a la política cerril que cuestiona al marco institucional. Como la realidad no me gusta, abro lanzas contra todos. De los costos para el PRD mejor ni hablamos: pueden perder habiendo ganado.

Es hora de definiciones. Esperemos y que el tribunal haga su trabajo. Si AMLO gana, todos a defenderlo. Pero como dice el dicho, no se puede mamar y dar de topes: o el PRD se define como una oposición leal o regresaremos a la duda válida sobre su lealtad institucional que tan malos resultados les dio en las urnas. ¡Ha sido un gran triunfo del PRD! ¿Qué va primero: las imaginerías o las instituciones que el PRD ayudó a construir durante décadas? Si no se corrige el rumbo y se convoca a la descalificación a priori, sin pruebas, de las instituciones estaremos ante uno de los más grandes retrocesos de la vida política del país. Los auténticos demócratas no pretenden subvertir las instituciones, no mienten a sabiendas del daño general que causan.

Ahora resulta que no vale el sufragio de decenas de millones de mexicanos; tampoco las actas firmadas por decenas de miles de ciudadanos; ni los números a los que arribaron miles, ni los ojos vigilantes de otros tantos. "Respeten nuestros resultados" fue la consigna de AMLO el 2 de julio. Sólo él conoce la verdad. Sólo él sabe lo que es justicia. Sólo él accede a los deseos de los mexicanos. Sólo él se preocupa por los pobres. Sólo él puede ser el próximo Presidente. Sólo él es demócrata. Sólo él es honesto y, finalmente, sólo él sabe sumar.

Pobre don Quijote, nada tiene que ver en esta historia.


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http://www.reforma.com/editoriales/nacional/666224/

No es mi gallo

"No es mi gallo”.

Así de claro respondió Cuauhtémoc Cárdenas al periodista Andrés Roemer, de Proyecto 40, cuando le preguntó sobre la candidatura presidencial de López Obrador.

El líder histórico del PRD, ignorado por su ex delfín mientras figuraba como rey de las encuestas, devuelve así las “cortesías” que El Peje ha tenido, no sólo con él, sino con su gente.

Cárdenas ni siquiera fue invitado a los actos de Andrés.

Lo declaró el propio ingeniero en Michoacán.

Colaboradores de Cuauhtémoc fueron maltratados.

Un ejemplo, Alfonso Vaca, ex director de Servimet.

Lo mezclaron con asuntos turbios.

Nunca le encontraron nada.”

”Su caída en los sondeos ha obligado a López Obrador a poner los pies en la tierra.

Ya hasta reconoce que ha cometido errores, aun cuando asegura que los de él se “magnifican”.

Se lo dijo a López-Dóriga en El Noticiero de Televisa.

Es un primer paso para corregir, aunque quizá tardío.

“Yo sólo hablo con la gente”, le mandó decir Andrés Manuel López Obrador a María Elena Morera, presidenta de México Unido contra la Delincuencia , cuando lo invitó al Hotel Sheraton Alameda a firmar la propuesta sobre seguridad pública.

Al lugar acudieron para suscribirlo los otros cuatro candidatos presidenciales.

La invitación de Morera a El Peje parece haber motivado los celos de Fernando Schütte, presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública.

El hombre le envió a María Elena una carta en la cual parece presumir que Andrés Manuel no acudió al Sheraton porque prefirió reunirse con el Consejo que él preside

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Mas sobre el segundo piso

A cinco horas de haberse abierto a la circulación, el segundo piso del Periférico se convirtió ayer en un embudo elevado que obligó a las autoridades capitalinas a cerrar los cinco accesos de la vialidad inaugurada la víspera con una fiesta de 300 mil pesos.

Centenas de automovilistas que decidieron usar la obra en su primer día de operaciones se toparon con un cuello de botella en la única salida de la vía, con un solo carril a la altura del Eje 6, que originó, al principio, un lento avance de los autos y, luego, un verdadero estacionamiento en donde la velocidad máxima que se podía alcanzar era de 10 kilómetros por hora.

Los cierres del segundo piso de regreso —que va de San Jerónimo a San Antonio— se dieron en al menos tres ocasiones, pues los autos saturaron los tres carriles a lo largo de los 12 kilómetros de la vialidad. Hasta una hora tardaron en salir, pues no se planearon otras rampas para aligerar la carga vehicular.

A las cinco y media de la madrugada, Pedro Luna, responsable de tránsito y vialidad de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina dio el banderazo de salida para los primeros conductores que usaron la obra. Pero a las 10:30 horas, se ordenó el primer cierre.

Policías del sector San Ángel bloquearon con motopatrullas las rampas de incorporación a la vialidad elevada.

También los accesos a Río Becerra y al distribuidor vial San Antonio fueron cerrados para evitar que los automovilistas se incorporaran al distribuidor y se sumaran al caos con los que venían de San Jerónimo.

Media hora después, se pensó que el problema estaba resuelto y se decidió reabrir la vialidad. Pero a las 12:30 horas, el problema se repitió.

Elementos de la Secretaría de Seguridad Pública debieron prohibir nuevamente el paso a los automovilistas hacia la vialidad elevada y esta vez tardaron tres horas en desahogar el tráfico.

Luego reabrieron los accesos a la vialidad, pero en vano: faltando pocos minutos para las 17:00 horas, el segundo piso estaba otra vez lleno de autos aparcados en espera de avanzar y se determinó por tercera ocasión bloquear los tres accesos ubicados a la altura de San Jerónimo, el de Las Flores y el de Benvenuto Cellini.

Los automóviles que se quedaron embotellados a esa hora circularon, a lo mucho, a cinco kilómetros por hora para recorrer los 12.5 kilómetros de vialidad, que según el Gobierno del Distrito Federal se transitarían en siete minutos. Algunos tardaron hasta hora y media para bajar.

Crónica dio a conocer desde enero pasado que el proyecto del segundo piso no contempló la edificación de gasas de descenso que conectaran nuevamente con Periférico.

Como si estuvieran en una montaña rusa que se descompuso en la cima, los conductores se quejaban de haber utilizado la nueva vialidad.

“No sé por qué me subí, fue el peor error que pude haber cometido, me hubiera ido por los centrales, al fin que ya uno está acostumbrado al tráfico pero aquí hasta claustrofobia me da”, dijo Elena Espinoza.

“Más vale viejo por conocido que nuevo por conocer”; refirió Manuel Bustos, quien consideró que es mejor circular por Periférico que por el segundo piso.

Pedro Luna, el responsable de la vialidad en el DF, atribuyó el asentamiento vehicular a que los automovilistas no querían avanzar por ver el panorama y rechazó que la obra no fuera funcional.

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El gobierno de Andrés Manuel López Obrador le pagó 162 millones de pesos a José María Rioboó por un proyecto que se ejecutó apenas a la mitad.

Es decir, la administración del tabasqueño gastó ese dinero en planos que no se usaron en su totalidad y apenas ejecutó 55 por ciento de lo programado.

Originalmente, el empresario —quien estuvo presente el 10 de enero acompañando al ex jefe de Gobierno durante su registro como candidato presidencial— fue contratado para hacer el proyecto ejecutivo del segundo piso del Periférico, pero de San Jerónimo al Toreo Cuatro Caminos, y no sólo a San Antonio.

Además, lo que cobró, incluía la realización de los planos del segundo nivel de Viaducto Miguel Alemán, obra que iría de calzada Ignacio Zaragoza hasta el Periférico Arco Poniente, finalmente no se materializó.

A pesar de ello, el gobierno local le dio por adelantado 131 millones de pesos.

En total, las vialidades diseñadas por Rioboó comprenden 46 kilómetros en un solo sentido, por lo que si se toma en cuenta el retorno, la cifra se duplica.

No obstante, con el tramo inaugurado ayer por el jefe de Gobierno, Alejandro Encinas, apenas se cubren 25 kilómetros de obra, incluido el regreso...

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La última provocación de Rayito

Román Revueltas

A López Obrador le gusta transitar por las fronteras de la legalidad. Es lo suyo, su negocio, una afición calculada porque el hombre, entre otras cosas, es un provocador nato. El más preponderante juez de la más suprema de las cortes de justicia terrenal podría ordenarle que abriera un expediente o que no prosiguiera con una operación y, mira, Rayito desobedecería alegremente alegando que su reino no es de este mundo, que su deber primero es “con los pobres”. El derecho le interesa en tanto que mera herramienta cotidiana de la burocracia pero, llegado el momento de las grandes definiciones, su compromiso no es con las leyes sino con la “justicia”, entendida ésta como una reivindicación indiscutible merecida por las masas de desheredados. De ahí la legitimidad que se arroga sin el menor problema de conciencia y de ahí también las inmoderadas prerrogativas que él mismo se otorga: su causa es elevada de necesidad, luego entonces los reglamentos, impuestos encima por un sistema inventado exclusivamente para servir los intereses de “los ricos y los poderosos”, se pueden incumplir con toda tranquilidad.

Al antiguo candidato presidencial le gusta entonces mover tramposamente las primeras piezas y esperar a que los otros pierdan la serenidad. Su propósito es ser acusado y el papel de víctima le viene como anillo al dedo. Al lanzar un desafío sabe muy bien lo que hace pero se disfraza inmediatamente de corderito y, en cuanto le tocan las tarascadas del lobo feroz, lanza estremecedoras jeremiadas. Fox, muy mal aconsejado, cayó redondito en la trampa del desafuero y López Obrador vivió ahí el mejor de sus momentos: la derecha mostraba su verdadero rostro oponiéndose arteramente al “proyecto alternativo de nación” encabezado por un providencial justiciero que, desafiando a las fuerzas del mal, iba por fin a poner las cosas en su lugar. Nunca después, ni cuando esos mismos grupos montaron un “fraude” colosal ni mucho menos cuando se proclamó “presidente legítimo”, volvió a disfrutar de parecida aceptación entre los votantes: tenía, en su condición de perseguido político, las pruebas en la mano de que sus adversarios no jugaban limpio y el apoyo real de millones de personas que ni siquiera habían sido sus simpatizantes. Desde ahí, directito a la presidencia de la República. ¿Para qué molestarse ya en hacer una buena campaña?

Algo parecido acabamos de ver con el asunto de los spots del PRD. El partido del sol azteca podría perfectamente ocuparse de otros temas –no faltan: la reforma fiscal, el advenimiento de la derecha conservadora, la lucha contra los monopolios, la defensa de los consumidores, etcétera— pero, dedicado de lleno a servir al caudillo, no puede permitir que la gran gesta electoral caiga en el olvido y, sobre todo, debe seguir machacándonos que en este país hay otro presidente, con todo y gabinete. No importa que la coronación del presunto jefe haya sido una mascarada, que los propios perredistas participen en el entramado institucional y que se embolsen despreocupadamente los recursos públicos que el satanizado Gobierno del “espurio” les hace llegar a sus arcas maltrechas.

Lo curioso es que, sin haber aprendido la lección, los actuales responsables de la política interior volvieron a agitar el espantajo de las leyes en vez de reconocer, por puro pragmatismo y en beneficio propio, que a este hombre hay que darle un trato especial para simplemente llevar la fiesta en paz. No todas las batallas merecen ser libradas sabiendo, además, que a López Obrador le gusta “desacatar” por principio y por costumbre. Y, después de todo ¿hasta dónde puede llegar? Pues, no demasiado lejos, habiendo sido ya desenmascarado su montaje del “fraude”, sin un auténtico aparato de gobierno detrás –digo, tal vez no es muy legal escenificar una toma de posesión y hacer llamados a que ocurra un golpe de Estado durante la ceremonia de investidura del presidente elegido por la mayoría de los mexicanos pero, si lo piensas, el tipo no tiene un ejército ni recauda impuestos ni ejerce un poder real— y con el índice de seguidores a la baja.

No valía la pena, pues, recordarle a Rayito que no es el presidente de la República y que su coronación fue una obra de teatro. Ni mucho menos impedirle, así fuera con los mejores argumentos jurídicos (lo que está por verse; nuevamente, nos vemos enredados en estas discusiones), que su partido trasmitiera, en los tiempos que le otorga legalmente el Estado, su pequeña parodia. No hay que engancharse nunca con los provocadores. A ver si lo entendemos de una buena vez.

domingo, febrero 04, 2007

Rating de la rata

Que hablando de López Obrador, el rating promedio de su programa en Tv Azteca durante enero fue de .11

Absolutamente predecible.

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